miércoles, 11 de junio de 2014

To be or not to be, traducir o no traducir a William Shakespeare

 To be or not to be, traducir o no traducir a William Shakespeare

José F. Morales G.
Profesor asociado
Universidad de Caldas



RESUMEN
Este escrito se plantea el dilema de si traducir o no la obra poética de William Shakespeare, en torno al análisis de algunas de las dificultades más relevantes que esta obra poética presenta para el traductor. Da una mirada a esas dificultades desde una perspectiva más bien didáctica con el fin de dejar un mensaje para el traductor que se inicia en este oficio.
Palabras clave: transacción, creación, re-creación, traducción, dificultades.
ABSTRACT
This paper poses the dilemma whether or not to translate the poetry of William Shakespeare around the analysis of some of the most relevant difficulties that this poetic work presents to the translator. It looks at these difficulties from a rather didactic perspective in order to leave a message for the translator that starts this task.
Key words: transaction, creation, re-creation, translation, difficulties.


Este escrito que en el programa oficial del Primer simposio de traducción e interpretación se anunció con el título Reflexiones en torno a traducir a William Shakespeare bien podría titularse To be or not to be, traducir o no traducir a William Shakespeare, en razón de que su contenido girará en torno a la idea de  transar, recrear, interpretar, aproximarse –o no hacerlo del todo- a una traducción al español del lenguaje en inglés utilizado por William Shakespeare en sus 37 obras dramáticas y en sus 154 sonetos.
Bien, para comenzar, plantearía el problema así:
To be or not to be, that´s the question
Traducir o no traducir a William Shakespeare –ese es mi dilema-
Whether ´tis nobler in the mind to suffer
the slings and arrows of outrageous fortune
¿Qué es más digno para el espíritu noble de un traductor
de Shakespeare, sufrir los azotes y dardos de la crítica
or to take arms against a sea of troubles,
and by opposing end them?
o cesar las acciones frente a ese mar de desdichas
que podría sobrevenir con traducirlo y oponiéndose a tal
labor terminar el dilema…

De entrada, quiero presentar un pequeño reto de traducción a los lectores con los dos primeros versos de los sonetos XX y XVIII de William Shakespeare,

A woman´s face, with nature´s own hand painted
Hast thou, the master-mistress of my passion (soneto XX)

Shall I compare thee to a summer´s day?
Thou art more lovely and more temperate (soneto XVIII)

Sin duda, las traducciones de algunos de los lectores pueden parecerse a éstas:

¿A un día de verano compararte?
Más hermosura y suavidad posees  (Manuel Mujica, 1962)

¿A un día de verano compararte?
Tú eres más bella y más templada  (traductor anónimo)

¿Porqué igualarte a un día de verano?
Si eres más hermoso y apacible  (Andrès Ehrenhaus, 2009)

En estos versos destacamos, inicialmente, dos problemas con los que tiene que entrar a establecer una transacción, a lidiar el traductor: Uno, el lenguaje de la época de William Shakespeare, que si bien se ha clasificado como inglés moderno, tiene una cantidad de palabras arcaicas –hast, thou, art- que obligan al traductor no sólo a buscar su significado en diferentes recursos, sino a conectarse con la semántica de esos términos. Y dos, la ambigüedad de palabras, cosa muy frecuente en el lenguaje de William Shakespeare, presiona al traductor para que trate de encontrar el término más adecuado al contexto y a la naturaleza del poema. Obsérvese, por ejemplo, cómo Shakespeare juega con las palabras master-mistress en la indefinición del sexo de aquel o aquella a quien se dirige el contenido de los versos. Igualmente sucede con las palabras lovely y temperate, lo que da origen a traducciones tan diferentes como se ve en las versiones de los versos anteriores, que van desde la no definición del sexo (Manuel Mujica), hasta la definición categórica de sexo femenino (Autor anónimo) y de sexo masculino (Andrés Ehrenhaus). Evidentemente, esta última ambigüedad mencionada, puramente léxica y que como ambigüedad se da en español, no obedece al juego lingüístico de Shakespeare. Sin embargo, es asunto que se debe resolver a la luz de un conocimiento más a fondo no sólo de la obra del poeta, sino de su persona.

Los lectores de obras literarias saben que la comprensión de las mismas se da en muy buena medida en cuanto más se conozca la biografía de su autor, lo que implica indagar en su época, en los conflictos y situaciones del momento histórico y en las razones personales que motivaron la escritura de las obras.


Bien, en el dilema del To be or not to be que nos ocupa aquí, es pertinente establecer una coherencia con la idea inmediatamente anterior y dar una mirada a algunos aspectos biográficos de William Shakespeare.

Se conoce que William Shakespeare nació en Stratford-upon-Avon, en Inglaterra en el año 1564 y murió en 1616. Parece haber tenido origen de clase media, hijo de un tejedor y empleado municipal. Estuvo casado con Anne Hathaway, ocho años mayor que él con quien tuvo hijos. No existen evidencias de que haya tenido una educación como la reflejada en las obras shakesperianas, pues se asegura que nunca fue a una universidad ni viajó a otros países como para tener el dominio de lenguas que manifiesta en sus escritos. Alguno de sus lectores se pregunta, ¿Puede ser el autor de semejante obra el hijo de un tejedor que no asistió a la universidad y que parecía más interesado en el negocio inmobiliario que en la literatura? Existen autores que sustentan la homosexualidad de Shakespeare con argumentos que derivan de la lectura y análisis de sus obras, especialmente de sus primeros sonetos.

Dada la falta de evidencias de una educación avanzada del poeta, estudiosos con diferentes ópticas proponen teorías de quién pudo ser el autor de las obras que se le atribuyen. Algunos asignan la autoría de la obra Shakesperiana a Francis Bacon, otros dicen que el autor es el dramaturgo contemporáneo de Shakespeare Christopher Marlowe, algunos sostienen que el autor fue Henry Naville –un diplomático inglés quien conspiró contra la reina Isabel, y finalmente, existe la teoría Oxfordiana de la autoría de la obra de William Shakespeare que sostiene que el autor fue el Conde de Oxford, Edward de Vere, quien ostentaba la educación y refinamiento literario para la escritura dramática y lírica, pero que dadas las condiciones sociales del momento histórico adversas a la escritura lírica, había decidido que su nombre no apareciera como autor literario.

El tema central en este escrito no es precisamente la autoría de las obras de William Shakespeare, sin embargo, podemos concluir que no obstante permanecer inevitablemente en un mar de dudas sobre la autoría de las obras que se le atribuyen a este poeta y dramaturgo, conocer la vida del personaje que se identifica con ese nombre podría ubicarnos histórica y socialmente y sobre todo arrojar algunas luces sobre la estructura del lenguaje de la época.

Ahora bien, ¿porqué traducir a William Shakespeare si ya hay a un click de distancia cientos de traducciones, muchas de ellas con grandes aciertos? La traducción establece retos para el traductor, mucho lo hacen los textos de William Shakespeare. Muchos traductores no traducen sólo para satisfacer la necesidad de un cliente, más allá, aceptan retos. Penetrar en la tarea de traducir a Shakespeare –aunque permanezca ahí el dilema- es penetrar en un océano de conocimientos que ningún traductor querría perderse; es actualizar, trasladar a este tiempo y espacio la cultura y la lengua de la remota época de este poeta. Si no se tradujera a Shakespeare, el mundo dependiente de las traducciones se perdería, irremediablemente, de un tesoro literario que ha sido referencia obligatoria para el mundo entero.

De otro lado, muchas son las dificultades con que se encuentra el traductor al emprender su tarea con las obras de William Shakespeare.

Se trata de traducir lenguaje literario, lo que de entrada plantea dificultades. Bien es cierto que un texto científico, enteramente objetivo, regularmente favorece la apariencia de una estructura lingüística simple, lo que hace la tarea del traductor menos dispendiosa. En contraste, el lenguaje literario se manifiesta a través de una estructura compleja, llena de tantos artificios y esguinces lingüísticos que de ninguna otra manera podría darse la expresión subjetiva propia de las manifestaciones del espíritu.

La obra de William Shakespeare como lenguaje literario no deja de presentar retos al traductor desde su contenido y su forma. Ya al inicio de este escrito se vio cómo el contenido de las obras en mención presenta ambigüedades en términos que hacen difícil su traducción por cuanto el traductor debe indagar en las fuentes necesarias y a menudo escasas con el objetivo de definir una posición justificable para su propuesta. De otro lado, existen en el lenguaje de Shakespeare referencias a contenidos culturales específicos que quizá por el paso de las centurias sus significados han desaparecido, por ejemplo en el primer verso del soneto XVIII la expresión summer’s day puede estar haciendo referencia a una estación adicional en el año, de la cual gozaban los ciudadanos de la época de William Shakespeare. Esa expresión se ha interpretado por algunos traductores como estío o primavera, no exactamente como verano.

En cuanto a la forma, el lenguaje isabelino como se ha llamado al lenguaje de la época de William Shakespeare, con frecuencia presenta para el lector, en este caso para el traductor, términos arcaicos. Obsérvense los siguientes: 

anon—right now, OR “I come right away”……. “Anon, good nurse!  Speak!”
art—are, “Thou art  dead; no physician’s art can save you..”
dost or doth—does or do……“Dost thou know the time?”
ere—before……“We must leave ere daybreak.”
hark—listen……. “Hark to the owl,” OR “Hark!  The herald angels sing!”
hence—away…..“Get thee hence, beggar!”  OR “We must hence before the army arrives.”
hither—here…..“Come hither, young lad.”
thither—there……“Look to the east—thither doth the sun arise.”
hath—has……… “He hath killed many a man.” OR “He hath a horse.”
ho—hey (roughly equivalent). “Lucius, ho!”  [Brutus calling his servant] 
marry—indeed……“He says I should respond quickly; marry, I want to.”
sirrah—a term of address used for inferiors……“Sirrah, bring the letter over here.”
thee—you……“When will I see thee next?”
thou—you……“Thou art a villain.”
thy—your……“Thy name is more hateful than thy face.”
whence—from where…….. “Whence came that news?” OR “Return to whence you came.”
wherefore—why……“Wherefore dost thou leave?” 
(Adapted from Common Shakespearean Terms)

Estos términos se establecen de alguna manera como dificultades para el traductor por cuanto muchos de ellos no aparecen definidos actualmente en  fuentes lexicográficas corrientes.  

Un tema específico de los sonetos de Shakespeare con referencia a la forma, es la estructura del soneto isabelino en la que están escritos todos, o casi todos sus sonetos. El soneto isabelino tiene entre otras, las siguientes características:
Catorce líneas o versos repartidos en tres cuartetos (estrofas de cuatro versos)  y un dístico o pareado (estrofa de dos versos). La rima del soneto sigue la estructura ABAB CDCD EFEF GG. Cada verso es un pentámetro, es decir, tiene cinco pies yámbicos o sea 10 sílabas. Pié yámbico es una composición rítmica en poesía que consiste en una sílaba no acentuada seguida de una sílaba acentuada. Esta estructura, sobra decir, pone al traductor dentro de una camisa de fuerza que lo obliga a considerar cómo ha de lidiar con esta dificultad sobre todo si ya está pensando cómo resolver los conflictos de contenido y forma planteados en la poesía.

Surge ahora otro dilema para el traductor, ¿favorecer el contenido o la forma? Al respecto Miguel Antonio Caro (citado por Luis Angel Pujante) opina “la belleza poética se perdió en la traducción en prosa. La extrema fidelidad implica infidelidad al extremo”.

En la práctica, parece que cuando se trata de reproducir lo más fielmente posible los contenidos y significados del poema, suele darse un alejamiento de su forma poética; mientras que al tratar de conservar la forma poética original, se presenta, con frecuencia, una pérdida en cuanto a contenido.

Con el fin de ilustrar lo anteriormente dicho, se presentan a continuación tres ejemplos de traducción del primer cuarteto del soneto XVIII de William Shakespeare:
Primer cuarteto del soneto XVIII,
Shall I compare thee to a summer's day? 
Thou art more lovely and more temperate:
Rough winds do shake the darling buds of May,
And summer's lease hath all too short a date

Obsérvese en esta traducción de Luis Astrana Marín, cómo se trata de conservar el contenido y significado del cuarteto más que la forma, el poema se presenta en prosa:

¿Te compararé a un día de primavera? Eres más deleitable y apacible. La violencia de los vientos desgarra los tiernos capullos de mayo, y el arriendo de la primavera vence en fecha demasiado corta. 

Por su lado, A. García Calvo, favorece la forma en versos de 13 sílabas y conserva la rima estructurada al estilo isabelino. En este cuarteto la rima es ABAB, es decir, con las palabras comparte - desparte y ramalazo – plazo:

¿A un día de verano habré de compararte?
Tú eres más dulce y temperado: un ramalazo
De viento de capullos de mayo desparte,
Y el préstamo de de estío vence a corto plazo       

Y F. Auad parece pensar más en el contenido que en la forma y sin embargo distribuye las líneas tipográficamente de tal manera que coinciden con los versos del original en inglés, sin medida uniforme y sin rima:

¿Debo compararte a un día de verano?
Tú eres más adorable y más templado,
Rudos vientos baten los suaves capullos de mayo
Y el arriendo del verano vence en fecha demasiado corta

Si decidiera sufrir los azotes y dardos de la crítica, no solamente consideraría todas las dificultades discutidas anteriormente sino que examinaría lo que dice precisamente esa crítica. Una crítica que presupone un conocimiento profundo del tema. M. Sánchez (1993) establece que sin un conocimiento adecuado de las observaciones de la crítica textual que ha surgido en torno a la obra de William Shakespeare, un traductor jamás logrará una versión medianamente fiable de la misma. Y complementariamente tendría que recordar que en el proceso de traducción una de las tareas sustanciales, previa a la traducción, es llevar a cabo un minucioso análisis del texto para poder asegurar en la versión traducida todos los matices que de seguro se encontrarán tras ese análisis.

Si decidiera, entonces, decir To be, consideraría, además, y desde una óptica muy amplia y quizá muy lógica que la traducción de poesía no puede separarse de su elemento subjetivo, en este caso, del subjetivismo del traductor. Con razón uno de los editores de la obra de William Shakespeare, Andreu Jaume, asume que Shakespeare sólo puede ser traducido por poetas.

El proceso de transacción, de creación, de re-creación, de interpretación, de traducciones enteramente subjetivo. Por esta razón, la traducción por ejemplo del primer cuarteto del soneto VI de William Shakespeare, en versión de cuatro traductores diferentes (Gonzalo G. Djembé) produce evidentemente cuatro versiones distintas,
Then let not winter’s ragged hand deface
In thee thy summer ere thou be distilled:
Make sweet some vial, treasure thou some place
with beauty’s treasure ere it be self-killed
.

La mano del invierno, desabrida,
no borre en ti el estío, sin tu esencia.
Perfuma un frasco; cede la opulencia
de esa beldad que quiere ser suicida.
(José Méndez Herrera)

No dejes, pues, sin destilar tu savia,
que la mano invernal tu estío borre:
aroma un frasco y antes que se esfume
enriquece un lugar con tu belleza.
(Manuel Mújica Laínez)

No dejes pues que rabia del invierno aje
tu verano sin antes destilar tu aroma:
haz fragante algún vidrio, atesora un paraje
de hermosura, antes que ella sola se carcoma.
(Agustín García Calvo)

Que el invierno con ruda mano no desfigure
en ti tu estío, antes de destilar tu esencia:
da perfume a algún pomo; enriquezca el tesoro
de tu belleza algo, antes de suicidarse.
(Gustavo Falaquera)


Esa subjetividad es licencia que permite al traductor ir más allá del deletreo en la traducción Word for Word para explorar , quizá, sin cadenas de forma los contenidos y significados del lenguaje poético, es decir, acercarse a la creación, a la re-creación, a su propia interpretación de la obra poética. Nuevamente, Shakespeare sólo puede ser traducido por poetas.


Juicios como los anteriores, probablemente son los que han salvado al poeta Rafael Pombo del infierno de plagiario cuando re-crea, por ejemplo, los versos del poema que el traductor tituló El Gato Michín (rafaelpombo.co/traductor/), de la siguiente manera:

Original en inglés
A kitten once to its mother said,
“I’ll never more be good;
But I’ll go and be a robber fierce,
And live in a dreary wood,
Wood, wood, wood,
And live in a dreary wood”.    

Traducción de Rafael Pombo
Michín dijo a su mamá:
“Voy a volverme Pateta,
y el que a impedirlo se meta
en el acto morirá.
Ya le he robado a papá
daga y pistolas; ya estoy
armado y listo; y me voy
a robar y matar gente,
y nunca más (¡ten presente!)
verás a Michín desde hoy”.

En el mismo sentido, al plantearse el dilema de si las obras de Shakespeare son traducibles al español, el poeta Nicanor Parra, citado por Javier García, traductor de El Rey Lear con título Lear Rey y Mendigo sostiene que no se puede traducir y recomienda una re-escritura: crear finalmente otra obra.

Para terminar, con toda consideración, podríamos tomar prestadas las palabras de Manuel Sánchez García (1993) y parafraseando concluir que. Es casi imposible lograr una traducción ideal que refleje todos y cada uno de los significados del poema sin que se pierda el tono poético del texto que se quiere traducir. La traducción es, pues, en todas sus manifestaciones, una aproximación subjetiva ofrecida por un autor para tratar de reproducir en la mente del receptor en la lengua de destino las mismas sensaciones que el texto provoque en la lengua de origen.

Espero, entonces, que quede suficientemente establecido en el estudio efectuado en estas páginas que, a pesar de todas las dificultades que se le presenten al traductor si su repuesta es To be debe éste esforzarse para tratar de reproducir en la versión traducida todos los matices que de seguro se encontrarán como respuesta a ese esfuerzo.

Y así, quizá, la resolución del dilema sea,
To be, not to die, not to sleep.
`tis a consummation devoutly to be wish´d



















BIBLIOGRAFÍA

B. LOPEZ, Estratégias de traducción de algunos sonetos de Shakespeare, 1991
L. ASTRANA, William Shakespeare. Obras completas. Madrid, 1932
F. AUAD, y P. MAÑE, Shakespeare. Poesía completa, Madrid, 1975
A. GARCÍA, Shakespeare. The sonnets/sonetos de amor, Barcelona, 1974
M. MUJICA, Soneto 18. Traducción de cincuenta sonetos de Shakespeare, Buenos
    Aires, 1962
A. EHRENHAUS, Tres sonetos de Shakespeare. Galaxia Gutenberg, Buenos Aires
    2009
WWW.bathcsd.org/common shakesperian terms.
L. PUJANTE, Entrevista: Campus digital Universidad de Murcia.
M. SÁNCHEZ, Algunos problemas en la traducción al español del Soneto XX de
    William Shakespeare, Universidad de Cincinatti, 1993
G. DJEMBÉ, El Trujaman, Revista Diaria de Traducción, 2004
J. GARCÍA, Ser o no ser: las traducciones de Shakespeare al español.









  
     

  







          





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