To be or not to be, traducir o no traducir a William
Shakespeare
José F. Morales G.
Profesor asociado
Universidad de
Caldas
RESUMEN
Este escrito se
plantea el dilema de si traducir o no la obra poética de William Shakespeare,
en torno al análisis de algunas de las dificultades más relevantes que esta
obra poética presenta para el traductor. Da una mirada a esas dificultades
desde una perspectiva más bien didáctica con el fin de dejar un mensaje para el
traductor que se inicia en este oficio.
Palabras clave:
transacción, creación, re-creación, traducción, dificultades.
ABSTRACT
This paper poses the dilemma
whether or not to translate the poetry of William Shakespeare around the
analysis of some of the most relevant difficulties that this poetic work presents
to the translator. It looks at these difficulties from a rather didactic
perspective in order to leave a message for the translator that starts this
task.
Key words:
transaction, creation, re-creation, translation, difficulties.
Este escrito que en
el programa oficial del Primer simposio
de traducción e interpretación se anunció con el título Reflexiones
en torno a traducir a William Shakespeare bien podría titularse To be or not to be, traducir o no traducir a William Shakespeare,
en razón de que su contenido girará en torno a la idea de transar, recrear, interpretar, aproximarse –o
no hacerlo del todo- a una traducción al español del lenguaje en inglés
utilizado por William Shakespeare en sus 37 obras dramáticas y en sus 154 sonetos.
Bien, para comenzar, plantearía el problema así:
To
be or not to be, that´s the question
Traducir o no traducir a William Shakespeare –ese es mi dilema-
Whether
´tis nobler in the mind to suffer
the
slings and arrows of outrageous fortune
¿Qué es más digno para el espíritu noble
de un traductor
de Shakespeare, sufrir los azotes y
dardos de la crítica
or
to take arms against a sea of troubles,
and
by opposing end them?
o cesar las acciones frente a ese mar de
desdichas
que podría sobrevenir con traducirlo y
oponiéndose a tal
labor terminar el dilema…
De entrada, quiero
presentar un pequeño reto de traducción a los lectores con los dos primeros
versos de los sonetos XX y XVIII de William Shakespeare,
A woman´s face, with nature´s own
hand painted
Hast thou, the master-mistress of
my passion (soneto XX)
Shall I compare thee to a
summer´s day?
Thou art more lovely and more
temperate (soneto XVIII)
Sin duda, las
traducciones de algunos de los lectores pueden parecerse a éstas:
¿A
un día de verano compararte?
Más
hermosura y suavidad posees (Manuel Mujica, 1962)
¿A
un día de verano compararte?
Tú
eres más bella y más templada (traductor anónimo)
¿Porqué
igualarte a un día de verano?
Si
eres más hermoso y apacible (Andrès Ehrenhaus, 2009)
En estos versos
destacamos, inicialmente, dos problemas con los que tiene que entrar a
establecer una transacción, a lidiar el traductor: Uno, el lenguaje de la época
de William Shakespeare, que si bien se ha clasificado como inglés moderno,
tiene una cantidad de palabras arcaicas –hast, thou, art- que obligan al
traductor no sólo a buscar su significado en diferentes recursos, sino a
conectarse con la semántica de esos términos. Y dos, la ambigüedad de palabras,
cosa muy frecuente en el lenguaje de William Shakespeare, presiona al traductor para que
trate de encontrar el término más adecuado al contexto y a la naturaleza del
poema. Obsérvese, por ejemplo, cómo Shakespeare juega con las palabras master-mistress en
la indefinición del sexo de aquel o aquella a quien se dirige el contenido de
los versos. Igualmente sucede con las palabras lovely y temperate, lo
que da origen a traducciones tan diferentes como se ve en las versiones de los
versos anteriores, que van desde la no definición del sexo (Manuel Mujica), hasta
la definición categórica de sexo femenino (Autor anónimo) y de sexo masculino
(Andrés Ehrenhaus). Evidentemente, esta última ambigüedad mencionada, puramente
léxica y que como ambigüedad se da en español, no obedece al juego lingüístico
de Shakespeare. Sin embargo, es asunto que se debe resolver a la luz de un
conocimiento más a fondo no sólo de la obra del poeta, sino de su persona.
Los lectores de obras
literarias saben que la comprensión de las mismas se da en muy buena medida en
cuanto más se conozca la biografía de su autor, lo que implica indagar en su
época, en los conflictos y situaciones del momento histórico y en las razones
personales que motivaron la escritura de las obras.
Bien, en el dilema
del To be or not to be que nos ocupa
aquí, es pertinente establecer una coherencia con la idea inmediatamente
anterior y dar una mirada a algunos aspectos biográficos de William
Shakespeare.
Se conoce que
William Shakespeare nació en Stratford-upon-Avon, en Inglaterra en el año 1564
y murió en 1616. Parece haber tenido origen de clase media, hijo de un tejedor
y empleado municipal. Estuvo casado con Anne Hathaway, ocho años mayor que él
con quien tuvo hijos. No existen evidencias de que haya tenido una educación
como la reflejada en las obras shakesperianas, pues se asegura que nunca fue a
una universidad ni viajó a otros países como para tener el dominio de lenguas
que manifiesta en sus escritos. Alguno de sus lectores se pregunta, ¿Puede ser
el autor de semejante obra el hijo de un tejedor que no asistió a la
universidad y que parecía más interesado en el negocio inmobiliario que en la
literatura? Existen autores que sustentan la homosexualidad de Shakespeare con
argumentos que derivan de la lectura y análisis de sus obras, especialmente de
sus primeros sonetos.
Dada la falta
de evidencias de una educación avanzada del poeta, estudiosos con diferentes
ópticas proponen teorías de quién pudo ser el autor de las obras que se le
atribuyen. Algunos asignan la autoría de la obra Shakesperiana a Francis Bacon,
otros dicen que el autor es el dramaturgo contemporáneo de Shakespeare
Christopher Marlowe, algunos sostienen que el autor fue Henry Naville –un
diplomático inglés quien conspiró contra la reina Isabel, y finalmente, existe
la teoría Oxfordiana de la autoría de la obra de William Shakespeare que
sostiene que el autor fue el Conde de Oxford, Edward de Vere, quien ostentaba
la educación y refinamiento literario para la escritura dramática y lírica,
pero que dadas las condiciones sociales del momento histórico adversas a la
escritura lírica, había decidido que su nombre no apareciera como autor
literario.
El tema
central en este escrito no es precisamente la autoría de las obras de William
Shakespeare, sin embargo, podemos concluir que no obstante permanecer
inevitablemente en un mar de dudas sobre la autoría de las obras que se le
atribuyen a este poeta y dramaturgo, conocer la vida del personaje que se
identifica con ese nombre podría ubicarnos histórica y socialmente y sobre todo
arrojar algunas luces sobre la estructura del lenguaje de la época.
Ahora bien,
¿porqué traducir a William Shakespeare si ya hay a un click de distancia
cientos de traducciones, muchas de ellas con grandes aciertos? La traducción
establece retos para el traductor, mucho lo hacen los textos de William
Shakespeare. Muchos traductores no traducen sólo para satisfacer la necesidad
de un cliente, más allá, aceptan retos. Penetrar en la tarea de traducir a
Shakespeare –aunque permanezca ahí el dilema- es penetrar en un océano de
conocimientos que ningún traductor querría perderse; es actualizar, trasladar a
este tiempo y espacio la cultura y la lengua de la remota época de este poeta.
Si no se tradujera a Shakespeare, el mundo dependiente de las traducciones se
perdería, irremediablemente, de un tesoro literario que ha sido referencia
obligatoria para el mundo entero.
De otro lado,
muchas son las dificultades con que se encuentra el traductor al emprender su
tarea con las obras de William Shakespeare.
Se trata de
traducir lenguaje literario, lo que de entrada plantea dificultades. Bien es
cierto que un texto científico, enteramente objetivo, regularmente favorece la
apariencia de una estructura lingüística simple, lo que hace la tarea del
traductor menos dispendiosa. En contraste, el lenguaje literario se manifiesta
a través de una estructura compleja, llena de tantos artificios y esguinces
lingüísticos que de ninguna otra manera podría darse la expresión subjetiva
propia de las manifestaciones del espíritu.
La obra de
William Shakespeare como lenguaje literario no deja de presentar retos al
traductor desde su contenido y su forma. Ya al inicio de este escrito se vio
cómo el contenido de las obras en mención presenta ambigüedades en términos que
hacen difícil su traducción por cuanto el traductor debe indagar en las fuentes
necesarias y a menudo escasas con el objetivo de definir una posición
justificable para su propuesta. De otro lado, existen en el lenguaje de
Shakespeare referencias a contenidos culturales específicos que quizá por el
paso de las centurias sus significados han desaparecido, por ejemplo en el
primer verso del soneto XVIII la expresión summer’s
day puede estar haciendo referencia a una estación adicional en el año, de
la cual gozaban los ciudadanos de la época de William Shakespeare. Esa expresión
se ha interpretado por algunos traductores como estío o primavera, no
exactamente como verano.
En cuanto a la
forma, el lenguaje isabelino como se ha llamado al lenguaje de la época de
William Shakespeare, con frecuencia presenta para el lector, en este caso para
el traductor, términos arcaicos. Obsérvense los siguientes:
anon—right now, OR “I come right away”……. “Anon, good nurse! Speak!”
art—are,
“Thou art dead; no physician’s art can
save you..”
dost or doth—does or do……“Dost
thou know the time?”
ere—before……“We
must leave ere daybreak.”
hark—listen……. “Hark
to the owl,” OR “Hark! The herald angels
sing!”
hence—away…..“Get
thee hence, beggar!” OR “We must hence before the army arrives.”
hither—here…..“Come
hither, young lad.”
thither—there……“Look
to the east—thither doth the sun arise.”
hath—has……… “He
hath killed many a man.” OR “He hath a horse.”
ho—hey (roughly equivalent). “Lucius, ho!” [Brutus calling
his servant]
marry—indeed……“He
says I should respond quickly; marry, I want to.”
sirrah—a term of address used for inferiors……“Sirrah, bring the letter over here.”
thee—you……“When
will I see thee next?”
thou—you……“Thou
art a villain.”
thy—your……“Thy
name is more hateful than thy face.”
whence—from where…….. “Whence came that news?” OR “Return to whence you came.”
wherefore—why……“Wherefore
dost thou leave?”
(Adapted from Common Shakespearean Terms)
Estos términos se establecen de alguna manera como
dificultades para el traductor por cuanto muchos de ellos no aparecen definidos
actualmente en fuentes lexicográficas
corrientes.
Un tema específico de
los sonetos de Shakespeare con referencia a la forma, es la estructura del
soneto isabelino en la que están escritos todos, o casi todos sus sonetos. El
soneto isabelino tiene entre otras, las siguientes características:
Catorce líneas o
versos repartidos en tres cuartetos (estrofas de cuatro versos) y un dístico o pareado (estrofa de dos
versos). La rima del soneto sigue la estructura ABAB CDCD EFEF GG. Cada verso
es un pentámetro, es decir, tiene cinco pies yámbicos o sea 10 sílabas. Pié
yámbico es una composición rítmica en poesía que consiste en una sílaba no
acentuada seguida de una sílaba acentuada. Esta estructura, sobra decir, pone
al traductor dentro de una camisa de fuerza que lo obliga a considerar cómo ha
de lidiar con esta dificultad sobre todo si ya está pensando cómo resolver los
conflictos de contenido y forma planteados en la poesía.
Surge ahora otro dilema para el traductor, ¿favorecer el
contenido o la forma? Al respecto Miguel Antonio Caro (citado por Luis Angel
Pujante) opina “la belleza poética se perdió en la traducción en prosa. La
extrema fidelidad implica infidelidad al extremo”.
En la práctica, parece que cuando se trata de reproducir
lo más fielmente posible los contenidos y significados del poema, suele darse
un alejamiento de su forma poética; mientras que al tratar de conservar la
forma poética original, se presenta, con frecuencia, una pérdida en cuanto a
contenido.
Con el fin de ilustrar lo anteriormente dicho, se
presentan a continuación tres ejemplos de traducción del primer cuarteto del
soneto XVIII de William Shakespeare:
Primer cuarteto del soneto XVIII,
Shall I compare thee to a summer's day?
Thou art more lovely and more temperate:
Rough winds do shake the darling buds of May,
And summer's lease hath all too short a date
Obsérvese en esta traducción de Luis Astrana
Marín, cómo se trata de conservar el contenido y significado del cuarteto más
que la forma, el poema se presenta en prosa:
¿Te
compararé a un día de primavera? Eres más deleitable y apacible. La violencia
de los vientos desgarra los tiernos capullos de mayo, y el arriendo de la
primavera vence en fecha demasiado corta.
Por su
lado, A. García Calvo, favorece la forma en versos de 13 sílabas y conserva la
rima estructurada al estilo isabelino. En este cuarteto la rima es ABAB, es
decir, con las palabras comparte -
desparte y ramalazo – plazo:
¿A un día de verano habré de compararte?
Tú eres más dulce y temperado: un ramalazo
De viento de capullos de mayo desparte,
Y el préstamo de de estío vence a corto plazo
Y F. Auad parece pensar más en el contenido que en la
forma y sin embargo distribuye las líneas tipográficamente de tal manera que
coinciden con los versos del original en inglés, sin medida uniforme y sin
rima:
¿Debo
compararte a un día de verano?
Tú
eres más adorable y más templado,
Rudos
vientos baten los suaves capullos de mayo
Y
el arriendo del verano vence en fecha demasiado corta
Si decidiera sufrir los azotes y dardos de la crítica,
no solamente consideraría todas las dificultades discutidas anteriormente sino
que examinaría lo que dice precisamente esa crítica. Una crítica que presupone
un conocimiento profundo del tema. M. Sánchez (1993) establece que sin un
conocimiento adecuado de las observaciones de la crítica textual que ha surgido
en torno a la obra de William Shakespeare, un traductor jamás logrará una
versión medianamente fiable de la misma. Y complementariamente tendría que
recordar que en el proceso de traducción una de las tareas sustanciales, previa
a la traducción, es llevar a cabo un minucioso análisis del texto para poder
asegurar en la versión traducida todos los matices que de seguro se encontrarán
tras ese análisis.
Si decidiera,
entonces, decir To be, consideraría,
además, y desde una óptica muy amplia y quizá muy lógica que la traducción de
poesía no puede separarse de su elemento subjetivo, en este caso, del
subjetivismo del traductor. Con razón uno de los editores de la obra de William
Shakespeare, Andreu Jaume, asume que Shakespeare sólo puede ser traducido por
poetas.
El proceso de
transacción, de creación, de re-creación, de interpretación, de traducciones
enteramente subjetivo. Por esta razón, la traducción por ejemplo del primer
cuarteto del soneto VI de William Shakespeare, en versión de cuatro traductores
diferentes (Gonzalo G. Djembé) produce
evidentemente cuatro versiones distintas,
Then let not winter’s ragged hand deface
In thee thy summer ere thou
be distilled:
Make sweet some vial, treasure
thou some place
with beauty’s treasure ere
it be self-killed.
La
mano del invierno, desabrida,
no borre en ti el estío, sin tu esencia.
Perfuma un frasco; cede la opulencia
de esa beldad que quiere ser suicida.
(José Méndez Herrera)
No
dejes, pues, sin destilar tu savia,
que la mano invernal tu estío borre:
aroma un frasco y antes que se esfume
enriquece un lugar con tu belleza.
(Manuel Mújica Laínez)
No
dejes pues que rabia del invierno aje
tu verano sin antes destilar tu aroma:
haz fragante algún vidrio, atesora un paraje
de hermosura, antes que ella sola se carcoma.
(Agustín García Calvo)
Que
el invierno con ruda mano no desfigure
en ti tu estío, antes de destilar tu esencia:
da perfume a algún pomo; enriquezca el tesoro
de tu belleza algo, antes de suicidarse.
(Gustavo Falaquera)
Esa subjetividad es licencia que permite al
traductor ir más allá del deletreo en la traducción Word for Word para explorar , quizá,
sin cadenas de forma los contenidos y significados del lenguaje poético, es decir,
acercarse a la creación, a la re-creación, a su propia interpretación de la
obra poética. Nuevamente, Shakespeare sólo puede ser traducido por poetas.
Juicios como los anteriores, probablemente
son los que han salvado al poeta Rafael Pombo del infierno de plagiario cuando
re-crea, por ejemplo, los versos del poema que el traductor tituló El Gato Michín
(rafaelpombo.co/traductor/), de la
siguiente manera:
Original en inglés
A kitten once to its mother said,
“I’ll never more be good;
But I’ll go and be a robber fierce,
And live in a dreary wood,
Wood, wood, wood,
And live in a dreary wood”.
Traducción de Rafael Pombo
Michín dijo a su mamá:
“Voy a volverme Pateta,
y el que a impedirlo se meta
en el acto morirá.
Ya le he robado a papá
daga y pistolas; ya estoy
armado y listo; y me voy
a robar y matar gente,
y nunca más (¡ten presente!)
verás a Michín desde hoy”.
En el mismo sentido, al plantearse el
dilema de si las obras de Shakespeare son traducibles al español, el poeta
Nicanor Parra, citado por
Javier García, traductor de El Rey Lear con título Lear
Rey y Mendigo sostiene que no se puede traducir y recomienda una
re-escritura: crear finalmente otra obra.
Para terminar,
con toda consideración, podríamos tomar prestadas las palabras de Manuel
Sánchez García (1993) y parafraseando concluir
que. Es casi imposible lograr una traducción ideal que
refleje todos y cada uno de los significados del poema sin que se pierda el
tono poético del texto que se quiere traducir. La traducción es, pues, en todas
sus manifestaciones, una aproximación subjetiva ofrecida por un autor para
tratar de reproducir en la mente del receptor en la lengua de destino las
mismas sensaciones que el texto provoque en la lengua de origen.
Espero, entonces, que quede suficientemente
establecido en el estudio efectuado en estas páginas que, a pesar de todas las
dificultades que se le presenten al traductor si su repuesta es To be debe éste esforzarse para tratar de reproducir en la versión traducida
todos los matices que de seguro se encontrarán como respuesta a ese esfuerzo.
Y así, quizá, la resolución del dilema sea,
To be, not to die, not to sleep.
`tis a consummation devoutly to be wish´d
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